jueves, 19 de julio de 2012

Densidad por volumen es... masa




Hoy muchas personas hemos salido a la calle para pedir lo nuestro. Lo que nos están quitando.  Nuestros derechos. Si a uno solo le quitan algo, puede ser que vaya a su madre o a la seño o a un guardia y pida ayuda para que se lo devuelvan. Pero cuando son muchos los desposeídos lo mejor es salir a la calle y pedirlo a gritos.

Nos vendieron que la democracia representativa nos iba a evitar estos problemas: "dadnos la representación y nosotros cuidaremos de vuestros bienes comunes". Y les creímos. A la muerte de Franco, con el nuevo rey como "garante", los políticos se otorgaron una serie de privilegios de manera subrepticia, se organizaron en clubes y se vistieron de traje y corbata para realizar su labor.

Los clubes escogieron siglas y colores -algunos tomando descaradamente antiguas denominaciones como el PSOE y otros diseñando nuevas estructuras "homologables" como el PP- y desarrollaron un control total sobre el manejo de lo común. El hecho de que los políticos se constituyeran en una especie de casta superior provocó un potente corporativismo que les alejó de su primera función: el bien público. Mientras nosotros escuchábamos consignas ideológicas que nos hacían cosquillas en las tripas, ellos seguían evolucionando en su crecimiento. Los partidos tomaron el poder.

De tal manera que, dadas las buenas condiciones de trabajo que disfrutaban, la competencia entre afines se hizo feroz y los líderes, cuando llegaban a serlo, ya venían trillados como expertos en pisar cabezas y formar clanes de acólitos que les protegían a cambio de que tuvieran en cuenta "lo suyo". Nada más que eso. Clanes. Asociados ilícitamente. Con depredadores experimentados al frente.

Por eso ahora, 35 años después, ya no vale votar para que nuestros representantes hagan algo por nosotros. Por eso salimos a la calle. Por eso pedimos a gritos que nos devuelvan lo nuestro.

Un volumen muy denso, muy espeso de personas constituye una buena masa para hacerse fuertes y no tener que ir a la madre o a la seño o a un guardia para que le devuelvan lo suyo: sus derechos. Hoy día los políticos viven en Marte, con sus planes de pensiones bien asegurados. Si vuelve alguno le va a costar mucho convencernos de sus bondades.

Habrá que arrebatarles el poder que nos han quitado. Y no volvérselo a dar.

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