Ya se ve. Dicen que la clave está en no esperar a algo extraordinario, sino disfrutar del día a día, pero mira, creo que no. Sobrevivimos hasta que llega el momento, el viaje, las vacaciones, el fin de proyecto, el estreno, el inicio, la inauguración, el premio, el día D, el que por fin, el que esperaba... No es que de la ilusión también se viva, es que es la propia vida. Eso mismo decía Punset: la felicidad no es llegar, sino la expectativa de llegar. Luego viene el 'no era para tanto', pero esa ya es otra historia.

Ya he vuelto a montar en bici. He dado un paseo de una hora en plan gero-cycling y he probado a sentir la diferencia. Tres meses inactivo dan para mucha célula adiposa. Se nota.

Pero no ha sido tan terrible. Todo funciona bien. El casco y los frenos nuevos, los piñones engrasados, la bicicleta reluciente se ha portado. Íbamos despacio, pero para mí ha sido toda una experiencia.

Los chirridos del codo y de la rodilla eran practicamente inaudibles...

Cuando la casa de uno es una cárcel hay que escaparse. No es palabrería.

Necesito nadar en el mar.

Nuestro paraíso más cercano. Luego llegarán los selváticos, que mentira me va a parecer. Ha vuelto la alergia, y empiezo a pensar que es al mal rollo. Hace ya días que no nos acompaña un marco incomparable, con lo bien que se nos dan. Nos lo vamos mereciendo. Como decía aquel, a los dos nos sobran los motivos.