lunes, 31 de diciembre de 2012

Dando vueltas (II)




Pasé por delante de minas de oro en Colorado y no me quise ni parar, total para qué, si no necesito ninguna joya más que tu olor de amor a modo de collar y ya lo tengo.

¿Lo tengo?

Igual debí parar al pasar por delante de las minas de oro y preguntar cómo iba eso de la extracción de metales preciosos. Pero no soy previsor en esas cosas.

Las minas las explotan ahora sólo para turistas aburridos, esos que van a las Rocosas y no quieren ni calzarse unas botas de pasear por la nieve. Pero las metáforas se pueden retorcer a gusto del usuario y se les puede sacar significado más allá de lo comprensible. Una mina de oro cerrada por agotamiento de la veta no es algo absoluto. ¿Se puede agotar una veta de mineral precioso completamente? ¿O quedan trazas valiosas por los siglos de los siglos?

Pues igual sí. Los mineros lloran cuando se agota un pozo. O sea que alguna vez debe ocurrir.

Antes no pensaba así. Será la tan temida viejera. Aunque no va mal cambiar de parecer; se cansa uno de mantener siempre los mismos puntos de vista...



domingo, 30 de diciembre de 2012

Dando vueltas a lo mismo (I)




Pasa el tiempo y parece que es imposible que nada cambie. Pero lo único que permanece es el cambio, nunca somos los mismos y nada se queda parado.

Pero vuelves a tus lugares comunes y todo sigue pareciendo igual que antes de marcharte y te dan ganas de saltar el espacio-tiempo y mandarlo todo atomarporculo y no volver jamás a donde partiste. Que te busque el cambio, que te busque la vida. Que te busque quien quiera encontrarte.

No hay jetlag que soporte una vuelta al río remansado de la vida que no cambia, que de tanto cambiar siempre parece la misma, que te ancla al remanso que siempre buscas cuando no lo tienes y que aborreces cuando no te deja salir de él.

Que se pasen estas horas fatídicas, por favor. O me vuelvo a cambiar de huso.


martes, 25 de diciembre de 2012

La nieve es delatora




La nieve es delatora. Un día mi amigo Ramón Colomina escribió:

"Si un día todas las pisadas que he hecho se volvieran visibles
descubriría toda la indecisión que a veces me invade
y lo llena que está mi vida
de recorridos vulgares
y de insistentes repeticiones"

En la nieve virgen se tiene la sensación de lo irremediable, sobre todo cuando ya ha dejado de nevar y las pisadas se quedan grabadas por un tiempo. Otro diría que es mejor dejar huella en la vida, es verdad.

Otro pisaría y punto.

Hoy dejaba huella a 12 grados bajo cero con un sol intenso que no calentaba nada. Mañana pisaré el suelo pulido de un aeropuerto persiguiendo la huella que deja en las personas un trozo de texto pegado en la pared. Huella va, huella viene.

Si persiste o no, no depende de si misma.



sábado, 22 de diciembre de 2012

Machado en Denver




Hablando de viajes y de viajeros, estoy ayudando en un proyecto de Ximena Labra que pega fragmentos de textos y poemas clásicos por las paredes y las ventanas de un aeropuerto por el que transitan 52 millones de personas al año: Denver, Colorado.

Hay frases en inglés, francés, chino y español. En español tenemos a Cervantes, varios poetas mexicanos y he hecho campaña para que aparezca Machado, nuestro Antonio, el republicano.

He escogido dos momentos: "Hoy es siempre todavía" y el último párrafo de "Retrato"; el primero por lo que supone de viaje temporal y el segundo de viaje espacial. Ambos estarán colgados, si todo marcha bien, en el "Concourse" A de la terminal Jeppessen hasta junio del año que viene.

Seguiremos informando, porque estoy documentando gráficamente el proceso. Me resulta muy emocionante que estas palabras tan nuestras sean leídas por viajeros tan extraños a nuestro entorno. Estoy esperando el momento de fotografiar el ventanal en donde las palabras "ligero de equipaje" queden pegadas. Me relamo de pensar el banquete de pensamientos que me van a llegar al cesto.

Mientras tanto, las piedras-mosaico del Botanical Garden me hicieron acordarme del encaje de bolillos, de la elaboración pausada y detallada de los poemas de Machado. Y les hice una foto para vosotros.



jueves, 20 de diciembre de 2012

Aeropuerto en flor




El aeropuerto en Navidad está lleno de flores de pascua.

Niños con gorra
y flores de pascua.

Señoras teñidas,
tíos gordos,
deportistas,
panolis,
familias felices
y flores de pascua.

Mujeres delgadísimas,
policías de paisano,
vigilantes de uniforme,
empleados con salario mínimo,
parejas con bolsos de marca
y flores de pascua.

Bebés que lloran,
bebés que duermen,
madres que esperan a sus hijas,
hijos que esperan a sus padres,
gente que ríe, que llora,
hombres de negocios,
tejanos con sombrero,
vecinos de Milwaukee,
primos de México,
sobrinos de California,
suegras de La Coruña
y flores de pascua.

Una masa informe de humanos
y cientos de macetas de flores de pascua.


martes, 18 de diciembre de 2012

Ocho horas menos





Siempre que tengo que cambiar de idioma se me caen las cosas de las manos. Es como si hubiera una zona cerebral inestable, dudosa. También tropiezo más, pero tengo comprobado que sin caerme.

Me pasa con las casas desconocidas: no atino a cerrar del todo los grifos y me cuesta abrir las ventanas. Tampoco me sé orientar y entro en los armarios en lugar de los cuartos de aseo. Prefiero las casas desconocidas con cocina americana para no perderme y llegar a tiempo al desayuno.

El primer soriano que me encontré de viaje a Denver fue en el avión. Hablaba muy alto sobre cazar conejos y me pareció vulgar: ni siquiera le saludé.

Al domar el jet-lag me aparecen fantasmas del pasado. Los veo en el futuro cuando me adelanto al tiempo yendo hacia el oeste y no me provocan más que aburrimiento. A la vuelta, cuando adelanto al reloj las horas restadas, se disuelve lo borroso y me siento más chulo que un ocho.

O sea, que Madrid es mi huso cero, aunque no se lo merezca. 

Y echo de menos tus manos y tu rostro. Ojitos...


martes, 11 de diciembre de 2012

Llamar la atención




Hoy día es fácil llamar la atención. Parece que no, que con la exageración de fuentes que tenemos gracias a los medios digitales podría no serlo; pero sí. Llamar la atención está tirado.

Además de la cosa sexual, la locura se impone como opción. Hay una corriente de humor supuestamente surrealista que triunfa por doquier. No hay nada como hacerse el imbécil para arrancar unas risas inconexas. Sobre lo erótico-festivo sólo mencionar la última campaña de la marca de ropa Desigual: tres chicas nada normales, hablando como si sólo las escucharan sus amigas más golfas.

Sobre la polémica surgida con estos anuncios de cámara fija y chica probándose ropa, ya nos vale que haya controversia. Sociológicamente sólo cabe decir que estamos más fríos que los árboles una mañana de escarcha: son fantasías manidas que confunden la liberación de la mujer con el cocido madrileño. A todos nos gusta comernos el tocino, aunque lo disimulemos siempre.

En España se folla poco, o no, no lo sé porque los datos siempre están tergiversados. Lo que sí parece cierto es que nos estamos volviendo un poco locos, quizá porque no nos da tiempo a asimilar las excentricidades de una sociedad heredera del corsé del ordeno y mando.

Si Franco fue un horror, el reparto de su legado está siendo aún peor. Adorar a las vírgenes siempre ha sido un mal negocio. Seguir los dogmas nos ha dejado tarados.

Ya no sabemos lo que queríamos. Ah, sí: llamar la atención. El tema es cuánto tiempo conseguiremos mantenerla.