miércoles, 24 de octubre de 2012

Se lo apropian todo


Son unos cabrones. Primero, hace años, se quedaron con un país entero, por sus santos cojones, por la gracia de dios. Y aguantamos, todos, los protagonistas del expolio y sus herederos, los que no teníamos nada.

Luego se apuntaron a la normalización "democrática" y comenzaron a organizarse. Se aprendieron las reglas y empezaron a ganar puntos. Interiorizaron la palabra "mitin", que en realidad era un "meeting" españolizado. 

Españolizaron casi todo, y dejaron para después lo que no pudieron españolizar en su momento. No olvidan, no perdonan. Son la gota malaya.

Se apropiaron del lenguaje políticamente correcto, homologaron internacionalmente sus opciones de partido a pesar de ser herederos directos de los fascistas que gobernaron este país durante cuarenta años. Ni colorados se pusieron. Eligieron el azul de fondo, el azul suavecito y las gaviotas que vuelan tranquilas sobre el mar de atardecer.

Se lo apropian todo. Aprendieron a hacerse fuertes controlando los medios de comunicación. Aprendieron a apropiarse de palabras universales "libertad, social, solidaridad..." y a base de usarlas cuando no debían las vaciaron de contenido, las desinflaron, las desactivaron.

Se hicieron cargo de las calles, las ocuparon, se manifestaron, aprendieron a mentir sobre el número de asistentes y a amplificar y repetir las mentiras hasta que la gente se las acabó creyendo. Se aprovecharon de que la gente es imbécil y no tiene tiempo ni entendederas para rebatir lo que sale por televisión. Y cambiaron la tendencia. Crearon un ejército de militantes de su causa, pobres y tristes obreros de derechas, explotados por ni tan siquiera las gracias. ¿Dónde se ha visto que un partido conservador tenga más militantes que toda la izquierda junta?

Hoy día, el PP es el partido que mejor ha aprendido cómo ganar elecciones, cómo tener los más potentes "think tanks", cómo aprovecharse de las ventajas del sistema, cómo mantener una voz unida y cómo seguir apropiándose de lo que no es suyo en aras del "interes general".

Se lo apropian todo. También su "democracia" sagrada. Su sistema judicial, sus prioridades económicas, sus bancos, sus instrumentos de poder. El dinero. Todo.

Recomiendo esta sabrosa amanita muscaria para los que aún quieran seguir en la brecha. Yo dimito. Que les den. Que se queden con sus sucedáneos y que con su pan se los coman. Esto no tiene arreglo. Habría que revolucionarse tanto que nos mandarían a la OTAN al completo. Y da pereza.

España ha muerto, otra vez. Que viva España. Para quien la quiera. Se la han vuelto a quedar.


miércoles, 17 de octubre de 2012

La primera seta




Seta de cardo, la favorita de mi mujer. Me gustaría hacer una colección de cosas que le gustan y meterlas en una cajita en el congelador para abrírsela cuando tuerza el gesto.

No lo tuerce a menudo. Las Cositas forman parte de la estrategia. En nuestra fase de expansión actual, ahora tratamos de abrir la casa de Los Llamosos a nuestros amigos. La primera acción va a ser una merienda musical, para reivindicar la comida a media tarde, para combatir la clásica hipoglucemia de estas horas crepusculares. Música y dulce para que la noche llegue suave y no se nos atragante. Quizá alguna seta de cardo, para salar lo previsible.

Dicen que las meriendas son comidas de niños y de abuelos, de hospital y de gente aburrida. Nada de eso. Igual que el vermú te abre el apetito de la comida que le sigue, la merienda acaba en si misma como ágape, pero te pone en suerte para activar la mente. La merienda-cena es otra cosa, más copiosa, que no cierra la posibilidad de una recena posterior. La merienda a secas te deja con ganas de dar un paseo antes de la noche y de acabar en el sofá con más motivo, si cabe, repantingado sin zapatos. A gusto.

Quiero merendar, como niño y como abuelo, como ser holgante que gusta de no hacer nada de vez en cuando. Va bien para el estrés. Y favorece la charla con las personas queridas.

Oasis merienda. El próximo evento al que estáis todos invitados. Os esperamos.


martes, 16 de octubre de 2012

Esos cielos (cortesía de Atxaga)


Desde mi ventana al norte se ven pasar las nubes como en aquel libro de Bernardo Atxaga cuyo título dedicó a los cielos que se veían en el viaje en un autobús. Aquí lo que se mueve es lo otro.

Han salido las primeras setas y siempre la humedad del otoño te deja los pies fríos al salir a pasear. Hoy he cogido champiñones y ahora me pondré a trabajar con el fuego encendido, pensando en que esta noche volveré a dormir en Madrid.

Madrid queda lejos en la mente. Ruido y polución, porque tal y como estoy no me apetece la ciudad que bulle y las aceras pisoteadas sin ton ni son. Estoy en fase de huída. Lo siguiente será empadronarme en Los Llamosos. Eso va a ser gordo porque llevo Madrid en mi adn y Madrid me lleva en su recuerdo.

No cambié mi registro en el padrón ni en los ocho años que estuve en Barcelona. Madrid siempre ha sido y será mi pueblo, pero hablando de ciudad de residencia, me inclino por esta urbe en la que hoy han pernoctado seis personas.

Esta noche soñé que inventaba una golosina de chocolate fundido con la que podías elegir lo que untabas: pistachos, bizcochos, nueces, pipas de girasol peladas... Era una buena idea, pero creo que mejor me voy a dedicar a fotografiar todos estos prados llenos de huellas de corzos y de jabalíes.

Y entre plano y plano editado mirar por mi ventana al norte esa pasarela de algodones blancos que miran desde arriba. Voy a pedir la independencia de Los Llamosos. Aunque esté fuera de la ley.



lunes, 8 de octubre de 2012

Entre corzo y ciervo



Ahora los ciervos están berreando por las cumbres, y los corzos no. Eso, y que la cola de los corzos es blanca y la de los ciervos no, son las únicas dos diferencias que conozco entre corzo y ciervo.

Como soriano adoptivo soy limitadito. Tampoco conocía el picor del sol de las tardes de tormenta ni que el alcalde es también el concejal de festejos, pero eso ahora ya lo sé. He ido aprendiendo los días felices del calendario sanjuanero y los de vigilia. He aprendido a callarme cuando me quiero meter con el santoral y dejarlo para los rezos en soledad. He conocido el frío y me aproximo a manejarlo porque aprendí a hacer fogatas con cuatro palos y sin quitarme los guantes.

Pero entre ciervo y corzo me sigo confundiendo. Hoy he visto restos de vísceras de uno, sería un corzo, supongo, por la cola blanca. Alguien lo había tajado para hacer carne en un bosque cerca de Los Llamosos, no sé si por gusto o por necesidad. Tampoco sé por qué la gente tiene tanto gusto por apuntar con una escopeta y disparar.

Los cuernos de este ejemplar del dibujo me consta que son de ciervo, pero si alguien me lo rebate no seré yo quien discuta. Entre galgo y podenco sí distingo. Pero entre corzo y ciervo hay una laguna de conocimiento, un agujero negro de mi comprensión.

Como soriano adoptivo soy cortito, pero veo que este otoño amarillea los chopos muy paulatinamente. ¿Será mejor así?


martes, 2 de octubre de 2012

Ring Ring Ring


Cambian las onomatopeyas. Los timbres de casa, de los teléfonos, de los ombligos... Se pulsaba, se giraba el disco, antes del ding-dong o del bip-bip o del meeeeec, se oía ring ring.

Yo en los ombligos sigo oyendo ring ring. Hay algunos tonos de móvil que quieren sonar ring ring otra vez. Pero no cuela. He puesto en eBay a subasta este teléfono, y en las especificaciones he estado a punto de confesar que era un "ring ring original".

Hay un apartado específico en esta casa de subastas "online" dedicado a teléfonos antiguos. "Vintage", dicen. Yo guardo muchas cosas vintage, o sea, viejas. La primera vez que mi madre vio que vendían unos vaqueros ya gastados con precio de nuevos no podía creerlo. Aquello era un claro paso atrás. Con lo que cuidaba ella los tejidos.

Cambian los eslóganes, las consignas políticas, las onomatopeyas... Todo parece más nuevo pero todo son circunloquios para decir lo mismo. Se busca una sofisticación que no cuela, que no aguanta un análisis de texto. Ya decía otro día que las palabras se gastan y se desechan, pero los "avances" de la lengua se disuelven en el diccionario como azucarillos. Neologismos importados que sofistican el ruido de los conceptos pero que no cambian el sonido original.

Nada podrá sustituir el ring ring de nuestros ombligos.