miércoles, 9 de diciembre de 2009


Nooooooooo!! No quería que la novela terminara así. Me gustan los finales felices, la realidad ya es bastante terrible como para que las historias que podemos inventar también lo sean. ¿Cómo pudo dejarla ir? Era una chica maravillosa y él también y se querían y tenían la música y la casita de campo y se habían tratato tan bien hasta aquella noche... ¿cómo pudieron tirarlo todo por la borda por una absurda discusión? ¿cómo no pudieron darse otra oportunidad? Estoy segura de que nunca se olvidaron, de que fueron desgraciados en el fondo. Tendría que haberla llamado, allí mismo, en la playa, y decirle que la quería y que todo se arreglaría. Con un poco de tiempo y de paciencia se hubieran querido intensamente, como merecían. La vida es corta, no hay tanta gente que merezca la pena, no quiero más novelas con esos finales, me dejan muy triste.

1 comentario:

  1. Era de esperar. Los protagonistas de "Chesil Beach" son como los últimos mohicanos, los que van a dar paso a otra forma de ver las cosas, más liberal, menos trascendente. Y aún así, hoy día siguen sucediendo estas injusticias. El libro pide un final así, ya te lo va preparando cuando se suceden las promesas en el teatro ("en la fila tal, asiento cual, el día del debut"), cuando las pequeñas desavenencias se convierten en muros insalvables; está claro que no hay manera de parar lo inevitable de los errores cometidos.

    Por suerte, a veces en la vida real se puede rectificar. Me gusta que lo veas así, sin dramas. Por suerte, también, es sólo una novela.

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