miércoles, 2 de enero de 2013

Y dando vueltas (III)




Diferentes fríos según el estado de ánimo de cada uno. En Madrid, el frío de las compras navideñas, llenas de caras de niños aturdidos y de padre hastalaboinadellevarahombrosalospeques. Cortylandia, etc. Un horror.

En Soria, el frío provinciano y tranquilo. En Los Llamosos, el frío que no se ve desde la ventana, que se nota al abrir la puerta y salir a pasear por entre los robles, espantando corzos que son los renos de nuestro papa noel. Desierto de frío mesetario. Un placer.

Hoy he visto La Vida de Pi, una película-cuento que te deja la rabia del tigre y el temor a las plantas carnívoras en el portapapeles de la mente. Arriba, cortaypega, cutandpaste, preparado tu cuerpo para seguir viajando. Qué hacemos parados. A moverse.

El frío de Colorado, transparente como si Soria estuviera mil metros más arriba, esperando a que el sol se oculte para aparecer como un hachazo en las puntas de los dedos, en las orejas, en las pestañas.

El frío interior, desabrido, peligroso, desvinculante. No sé si voy a esperar a la primavera. El frío de entretiempo, ese constipado interior que no sirve para nada más que para seguir de viaje, parado en la misma postura.

Viaje interior, lejos me llevas.





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