miércoles, 22 de diciembre de 2010

El día de la lotería siempre me acuerdo de mi madre. Ella me pidió un día 22 de diciembre que anotara los premios importantes que iban saliendo y yo entendí que había que copiar todos los que se cantaban. Me pillé un pequeño trauma infantil que hizo imborrable el momento.

Años más tarde una prima me leyó la mano y vio que tenía muchas estrellas de la suerte. ¿Por qué no podría tocarme alguna vez?

Creo que ya tengo pensado qué hacer si me toca algún premio: gastármelo con vosotros.

Aunque será difícil, porque apenas llevo 30 euros invertidos. La probabilística de las narices está en mi contra.


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