lunes, 12 de noviembre de 2012

Piel impermeable




Cómo vamos, cómo venimos. Somos una entera contradicción. Compramos servilletas de papel y después regamos el cerezo del jardín. Pagamos la hipoteca y después nos manifestamos contra los desahucios. Nos contentamos con la llegada de un cliente y nos quejamos con el exceso de trabajo. Echamos gasolina al coche y arreglamos el pinchazo de la bicicleta. Nos duchamos y nos secamos. Comemos pensando en ayunar mañana o pasado, gritamos y huímos de las ciudades buscando el silencio. Manchamos y limpiamos, subimos y bajamos, reímos y lloramos, discutimos y nos reconciliamos.

Tenemos hijos y abortamos, tomamos anticonceptivos y adoptamos, adelgazamos y engordamos, bebemos y juramos nunca más hacerlo, actuamos y nos arrepentimos. Dudamos.

Un mismo paisaje a veces nos emociona y otras nos aburre. Como las personas. Una cosa nos gusta y a la vez nos disgusta. Una intención nos anima y al minuto siguiente nos deja chafados como si fuera inviable. Las opciones nos seducen alternativamente. Ahora rojo, después azul, más tarde verde.

Nuestra piel funciona como membrana osmótica, captamos las vibraciones del aire y nos relaciona con el exterior de nosotros. De la piel hacia adentro parece que mandamos, pero pensamos influídos por lo que nos rodea. Somos veletas, somos juncos, somos química que reacciona con los principios activos que nos tocan. Somos contradictorios y volubles.

Por eso, y porque todo es relativo, me da risa tanta seguridad pretendida, tanto querer saber cuáles son nuestras fes y nuestras querencias. Vamos por el mundo siendo del Atleti, como mucho. Lo demás es negociable.

Ayer escuché al Aurora Trío -piano, bajo y percusión- hacer música según les salía de los dedos y pensaba que no quiero etiquetarme. Prefiero una pizarra para ir borrando lo que soy y lo que me alimenta cada día. Prefiero resbalarme. Prefiero equivocarme. Prefiero dudar.

La mano de Adriana no lo sabe, todavía. Ya se enterará.





No hay comentarios:

Publicar un comentario